martes, 24 de mayo de 2011

Muecín



Suena cada día. No una, sino cinco veces. No diría que me acuerde, pero recuerdo los momentos. Pasan por mi cabeza en cuanto me esfuerzo en visualizarlos. Posters que apelan a la conciencia humana. Olor a kofta. Vistas de pájaro. Sueños. Y uno más, el que no consigo recordar.
Se trata efectivamente de uno de los momentos en los que uno de los muchos defectos de la sociedad se convierte en virtud. La interpretación de la fe. A menudo es vista por todos como errónea, causante de caos. Pero en ese momento, es lírica, es romanticismo. ¿Acaso los conceptos no pueden ser grises? ¿Quien dijo blanco o negro? Sea como sea, da de comer a más de uno. Presente. Por romántico o por caótico. Es curioso. Las paradojas lo son de hecho. Pero pese a ser de los que pinta el cuadro del atardecer, como gracias al caos. Y esa es una de mis eternas preguntas, ¿gracias?, ¿o por culpa de? Supongo que depende. De si somos conscientes, o soñamos, o volamos, o queremos acordarnos.
Siga cantando señor muecín, yo, esta vez se lo agradezco.

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