miércoles, 15 de diciembre de 2010

A Shmesani ya Ammu



Salimos del hospital y eran varios los conductores de vehículos amarillos esperando. La elección fue fácil, el último, siempre el último. Si hubiera sido otro lugar, estaría descansando un su refugio. No era así. No estamos en un lugar tan frío, sino todo lo contrario. En medio oriente suele hacer calor, no sólo por el clima mediterráneo sino también por la elevada densidad de población y la continua tensión que los malos se encargan de mantener.

A Shmesani ya Ammu. La conversación empezó de manera agradable. Yo lo llamaba ya ammu, él me miraba como si así lo fuera. En cuanto tiramos de raíces, sus esfuerzos por elaborar frases en la lengua anglosajona se redujeron a simples miradas en busca de validación a través del espejo retrovisor. La conversación se desarrolló. De manera inesperada. Parece inevitable, pero el tema sale, es recurrente, la gente no calla. Están en su derecho. Deben hacerlo.

A veces las personas hurgan en su interior sin que se lo pidan. Ammu así hizo. Era más que otra cosa un manantial ya casi seco, sin apenas fuerza para dar agua. Aún así estalló. Mataron a su hijo, mataron a su mujer, mataron a la mujer de su hijo, pero no mataron a las niñas. Sus niñas. Ellas estaban lejos. Y estaban cerca. Ammu pedía, como si fuera lo último que se puede pedir tras largo sufrimiento. Hicimos lo que pensábamos que teníamos que hacer. Llegamos a Shmesani. La conversación se terminó.

domingo, 31 de octubre de 2010

Ajedrez humanitario

El reciente secuestro de siete empleados de la compañía francesa Areva en el norte de Níger, explica la percepción actual de una evidente amenaza de Al Qaeda a la estabilidad socio-política en toda la amplia zona del Magreb-Sahel. Esta amenaza supone un hecho que no es del agrado de ciertos gobiernos; la invencible guerra contra el terror ampliada a una nueva región con características geográficas y sociales ideales para el cultivo de terroristas.

Ante tal amenaza, el gremio filantrópico ve limitada su intervención dado que la seguridad de sus trabajadores pasa por obedecer recomendaciones políticas que, al margen de su pertinencia, limitan la acción humanitaria y arriesgan la independencia de la que ésta presume. Así pues, nada garantiza que tales recomendaciones, marcadas por las agendas de los gobiernos con mayor poder político y económico, vayan en la buena dirección. Por un lado puede que legitimen de forma errónea y precipitada la capacidad de grupos con potencial terrorista. Por otro, existe la opción de convertir a los actores humanitarios en brazos políticos de una agenda de la que ni forman ni deberían formar parte.

La cuestión es delimitar ¿hasta que punto estamos dispuestos a arriesgar la seguridad de nuestros trabajadores?, ¿o a arriesgar la independencia de nuestras operaciones al acatar recomendaciones políticas?, ¿podemos - o queremos - fiarnos de éstas últimas?

Respuestas las hay de varios gustos y colores.
Unos opinan que la solución pasa por limitar las nacionalidades de los humanitarios que intervienen en regiones con riesgo elevado. Por ejemplo, se habla en Níger de la africanización de los actores humanitarios en el terreno. Pero, ¿no perdemos así nuestra neutralidad e independencia al limitar nuestras operaciones limitando el acceso de nuestros recursos humanos?, ¿o únicamente nos convertimos en buenos jugadores de ajedrez, moviendo el caballo y no la torre ante una evidente muerte de esta última?
Otros, simplemente consideran que no hay nada que discutir al respecto y que las indicaciones de los gobiernos van a misa. Quizás estos hayan perdido algo de perspectiva ante el verdadero mandato de la ayuda humanitaria: asistir a poblaciones vulnerables que sufran, al margen de toda implicación política. O quizás la segunda parte de tal mandato deba ser modificada.
Los más sibaritas, abogan por el business as usual y la continuación de nuestras operaciones sin que el contexto político influya en el trabajo. Evidentemente de estos se piensa que están para irse de vacaciones. Pero, ¿de verás no están en lo cierto, o son los más coherentes con los principios humanitarios?

Es evidente que el envío de militares o la evacuación de civiles en el caso de Niger, provocan y legitiman un movimiento terrorista quizás sobrestimado. Pero la pregunta es, ¿garantiza esto la seguridad de los trabajadores humanitarios? Y aunque así fuera, ¿de que sirve la seguridad de un bombero que no puede asistir al incendio?
Parece claro que existe la necesidad de fortalecer la identificación del movimiento humanitario con un todo, de ideas e intervenciones claras, a fin de ser reconocido como un ente independiente de toda agenda política y poder continuar su trabajo al margen de las amenazas de seguridad. Desgraciadamente, los medios de comunicación no ayudan mucho, como hemos visto en el capítulo de la caravana solidaria en la que se definía como humanitarios a una panda de ricachones inconscientes con complejo de papa Noel, o como vemos a menudo en artículos que confunden desarrollo con ayuda humanitaria, como el que confunde peras con manzanas. En cualquier caso, no sería mala idea fortalecer las estrategias de comunicación humanitaria que determinen y aclaren a todos los públicos - políticos, civiles, terroristas, militares - que somos independientes de cualquier tipo de gobierno soberano y no representamos ninguna raza, cultura, religión o nación.

domingo, 17 de octubre de 2010

Malnutrición, ¿crónica? ¿cultural?



Imágenes como estas, vistas en directo, obligan a uno a sensibilizar al personal. Así que sumándome a estos días de conciencia mundial sobre el hambre, he aquí algo de información al respecto:

El año pasado morían 250.000 niños de cero a cinco años de malnutrición en Níger. A veces no prestamos la atención que se merece a las cifras, pero esos son demasiados niños. El impacto del cambio climático en el suelo nigerino - sequía, plagas -, la falta de regulación económica ante la especulación de los intermediarios agrícolas, la poca voluntad política y la pobreza institucional, son las causas de una determinante falta de educación sanitaria y nutricional, de la degradación del cultivo, y por ende de la carencia de seguridad alimentaria.

El resultado de tanta escasez, es el gran enemigo a combatir: la malnutrición. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 48% de los niños nigerinos menores de 5 años, sufren cada año de malnutrición. Por desgracia, no actúa sola, y de forma paralela, especialmente tras la época de lluvias, su amigo paludismo triplica la cifra de víctimas.

Lo grave del asunto, es el incremento incontrolable del fenómeno pese a la existencia de la intervención humanitaria. Una altísima e incontrolada tasa de natalidad, el creciente deterioro medioambiental, y la inaceptable pasividad socio-política, dificultan la victoria ante el enemigo. Y es que como indican los factores mencionados, el problema es estructural y las organizaciones médico-humanitarias se verán siempre limitadas sin una mayor implicación gubernamental, que permita no sólo una mejora económica sino un cambio en la percepción del problema, desgraciadamente normalizado, por parte de la población.

Objetivo cumplido, ya conocen los lectores un poco mejor, el cáncer de los países con bajos índices de industrialización, así como la complejidad de su erradicación.
Bon apetit.

domingo, 3 de octubre de 2010

Víctimas del conflicto Tuareg, inmigrantes subsaharianos maltratados en busca del sueño europeo, y una espantosa cantidad de niños malnutridos, son las razones de mi paso por Níger. Situado en medio de la región del Sahel, se trata de uno de los países que acostumbra a ser el farolillo rojo en las listas de desarrollo humano y pobreza económica. Este país, de mayoría musulmana, sufre cada año las consecuencias del cambio climático, causante de las sequías, inundaciones, o plagas varias, que destruyen las cosechas y deterioran el ciclo de cultivo. Además, una economía pobre debido a la falta de inversión extranjera, la corrupción y la debilidad del cuerpo institucional y de las infraestructuras – factores clásicos que han minado el desarrollo económico de los países de la región desde su independencia – lo convierten en un país dependiente de la ayuda extranjera.



Actualmente, Níger esta en el punto de mira de los medios de comunicación debido al secuestro de 7 trabajadores de la empresa francesa Areva, reconocido por AQMI (Al Qaeda del Magreb). Esta compañía, que explota las minas de uranio, situadas al noroeste del país y que constituyen la mayor riqueza natural del mismo, nutre alrededor del 80% de la energía eléctrica francesa. El jaque en el que se encuentra la política exterior francesa, ha provocado una mayor presencia militar en el país y un incremento de las medidas de seguridad a tener en cuenta por los trabajadores humanitarios que ya han comenzado a limitar sus actividades.

Esta situación desesperante nos sirve a algunos para hacer turismo humanitario. Así que, pese a que mi paso por este país no vaya a ser duradero, intentaré dejar por escrito algunas de mis reflexiones –críticas, e incluso cínicas si los lectores me lo permiten - que tienen que ver con el papel de la ayuda humanitaria en este tipo de contextos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Siguen llegando

Siete años de conflicto y siguen habiendo personas desplazadas. Huyen de las bombas, de los asaltos injustificados y aleatorios de grupos armados. Andan por unos días, con el rumbo por definir y un futuro incierto dejando atrás todas sus posesiones, casas, terrenos, ganado, maridos, padres… Al llegar a un lugar en el que se sientan protegidos, en el que probablemente se reencuentren con familiares o vecinos, descansan exhaustos, sin agua ni pan que llevarse a la boca. Aquellos que llegaron antes les ofrecen sopa, un refugio y si es preciso pagan por que puedan quedarse con ellos a los oportunistas terratenientes.



Tan pronto como su llegada es apercibida, a penas unas horas o un día después, el mecanismo humanitario se pone en marcha. Se les reparte a cada familia un kit de “non food ítems” compuesto por un bidón de plástico para recoger agua del pozo más cercano, una funda de plástico para construirse un techo, una pastilla de jabón, una cazuela para cocinar y demás artículos de supervivencia básica. El recuento de familias recién llegadas empieza para así incrementar la ayuda alimentaria. En este momento Sheikhs, Umdas (líderes locales), e individuos de la comunidad intentan toda clase de artimañas para que este número sea lo más alto posible y así poder vender los “excedentes” humanitarios que se les suministren. Pero con ese afán de perfeccionismo y esa rigurosidad profesional que muchas veces lleva a los humanitarios a cometer errores irreparables, los actores humanitarios en el terreno intentan a toda costa evitar el engaño. A veces se convierte en un juego de niños en el que valga la redundancia están en juego la salud de varios niños malnutridos.

Llegan sin nada, se les provee de lo necesario para unos días, para el corto plazo, pero, ¿y luego que? Nadie sabe lo que pasará más tarde. Probablemente se queden donde han llegado, empiecen a construir casas de adobe algo más consistentes que las de ramas y plásticos, se acostumbren a la asistencia humanitaria, comida, agua, salud, y con suerte educación, y permanezcan de forma eterna con el status inestable de personas desplazadas. El gobierno negará que estos existen o reducirá su número oficial, los actores humanitarios seguirán tapando agujeros sin capacidad de contribuir a que la situación cambie de tendencia, y aquellos en los que todos confían, la misión de Naciones Unidas, se dedicarán a cometer errores mezclando humanitarismo con militarización y a actuar limitados bajo el consentimiento del gobierno. Quien sabe si estas personas volverán donde que quiera que sea que se supone que han de volver según su status y según la intención del gobierno local. ¿Qué se pretende? ¿Es acaso el status de desplazados una salvación para estas personas? Pero, ¿hasta que punto no es sino una condena en lugar de una salvación? ¿Se acostumbran a esta situación sin necesidad de trabajar o bien por inercia humana se dedican a crear en la medida de lo posible una actividad económica?



Por desgracia, se trata de un entorno realmente complejo en el que los objetivos se entremezclan con intereses económico-políticos y es muy difícil mantener la perspectiva en el lugar que corresponde. En mi opinión, aquí aún quedan años de conflicto y trabajo para humanitarios y militares humanitarizados.

martes, 11 de mayo de 2010

Érase una vez Sudán

No sería justo escribir un blog sobre este país sin mostrar a los pocos pero fieles lectores una imágenes tan ilustrativas.

Que las disfruteis!

http://www.boston.com/bigpicture/2010/04/scenes_from_sudan.html

Mientras tanto, la vida en el Fasher transcurre, con algún que otro imprevisto propio de la situación en la que se vive, pero todo sigue. El canto a la oración cinco veces al día como un reloj, los buenos días a un equipo que cada día tiene más de familia, las espontaneas conversaciones con nuestros vecinos los libios, el agua que llega a espaldas de un burro, viajes en helicóptero, pacientes cansados, jóvenes armados, contratos, presupuestos, ensaladas de fruta y tortillas hispano-sudanesas con palomitas, lecciones de árabe, "laissez moi dancer", fiestas de afternoon con saltamontes fritos y botellas de prado, malakas, Akemi San y demás compañeros de vivencias, amigos, los inacabables Amin Maalouf y Edward Said, el largo camino a la democracia, a la paz, los bailes de conejos y estrellas, los eternos saludos, el encanto de la monotía, el romanticismo de la pobreza, erróneo, o no, la convicción, y la nostalgia..

domingo, 2 de mayo de 2010

Madoff actúa en Darfur

Meses atrás, dos agentes del cuerpo de policía de El Fasher comenzaron el negocio de sus vidas. Motivados o no por la política, es una cuestión abierta a debate. El caso es que comenzaron un negocio piramidal al más puro estilo Madoff en el que poco a poco todos y cada uno de los habitantes de esta ciudad, de sus alrededores e incluso de otras ciudades del país, vendían sus enseres obteniendo un elevadísimo 50% de beneficio sobre el valor de venta a corto-medio plazo. Dos meses de espera y los cheques se hacían efectivos. A la gente se le ponían los ojos en forma de dólar cual hipnotizados por el tío Sam.
Pues bien, como suele ocurrir en este tipo de juegos, cada vez fueron más y más las personas atraídas por el dinero fácil y cada vez fue mayor la cantidad de dinero que recibían los artífices del negocio piramidal con la venta de todos los enseres que luego pagarían por un precio más alto al de venta. Obviamente los primeros meses el negocio era deficitario, pero el objetivo estaba claro, llegar al mes en el que las ganancias fueran tales que no sólo recuperarían todo el dinero perdido sino que obtendrían enormes ganancias quedándose con casi la mitad del dinero efectivo existente en la región de Darfur del Norte. El momento llegó curiosamente días antes de las elecciones, la pirámide se derrumbó, y sus promotores se llevaron todo el dinero, probablemente a Malasia, paraíso fiscal donde las clases altas de Sudán acostumbran a salvaguardar sus fortunas. Toda persona responsable de tal artimaña desapareció del mapa dejando todo el muerto a los bancos, que pese a su irresponsabilidad, seguramente se quedarían con su parte del pastel.

Lo curioso de todo esto es que al parecer estos energúmenos fueron adquiriendo tal importancia que acabaron siendo candidatos a diputados por el partido del gobierno representando a la región de Darfur del Norte. Así que sus caras sonrientes están colgadas por toda la ciudad desde hace algunas semanas tan pronto como empezó la campaña lectoral. Para colmo, el gobernador de la región prometió antes de las elecciones que si salía reelegido pagaría todo el dinero que la gente había perdido.

Parece ser que nos encontramos ante un escándalo de corrupción. Hay evidencias de que los beneficios de este juego piramidal han servido para financiar la campaña electoral de los ladrones que robarían a sus propios votantes. La cosa no es nada sencilla sabiendo que la gente que ha perdido dinero invertido son no sólo habitantes del El Fasher, sino Janjawids (milicias árabes utilizadas por el gobierno para acallar la rebelión), miembros de los distintos grupos rebeldes, e incluso miembros del propio ejército sudanés.
Dado que esta es una región en conflicto en la que el número de armas por cabeza la sitúa a la cabeza de las estadísticas, las amenazas de montar una batalla campal en venganza al robo, no dejan de crecer. Lo peligroso del asunto es que por primera vez aquellos que se han matado entre ellos durante años, podrían unir fuerzas para atacar al gobierno dado que la gente no tiene ninguna duda que están implicados hasta el cuello y que les han mentido como a niños pequeños.

Se rumorea que el gobierno pagará a los Janjawids al menos para tenerlos contentos y evitarse problemas mayores. Pero lo cierto es que es mucho el dinero perdido y la gente no se quedará de brazos cruzados. Ya han tenido lugar los primeros altercados y durante varios días la gente está saliendo a las calles a protestar, atacando negocios y edificios públicos. Las bombas de humo parecen no callarles. Esperemos que no llegue a más.

Se han oído casos de suicidio por depresión y desesperación al haber perdido tanto dinero. Pero por otro lado, hay otros a los que no les importa tanto el dinero.

“…. tenía invertidos 35.000 Libras sudanesas (unos 10.000 euros), y la verdad que espero tenerlas pronto de vuelta. Pero si no es así, ¿qué mas da?, ¿que valor tienen si estamos acostumbrados?, hace tres años perdí a tres hermanos, al mismo tiempo en que mi familia perdía 700 camellos y cientos de vacas y cabras…” me cuenta Ahmed.

Mientras tanto los humanitarios volvemos al régimen estricto de seguridad. A las 7 de la tarde toque de queda. Las gallinas y los burros que campan a sus anchas entre la oficina y la casa volverán a ser nuestra única distracción después de largas jornadas de trabajo!

martes, 13 de abril de 2010

Camino a la democracia

Omar Al Bashir, actual presidente de Sudán, tomó el poder por la fuerza tras un golpe de Estado en 1989. Desde entonces han transcurrido veinticuatro años desde que el último presidente fuera elegido de forma democrática en 1986. Durante los días 12, 13 y 14 de abril de 2010, están teniendo lugar las primeras elecciones generales y legislativas en 24 años. El dividido pueblo sudanés ejercerá estos días su derecho a la democracia ante un panorama político un tanto ridículo en el que parecen haber claras evidencias de fraude y los candidatos de los principales partidos de la oposición han retirado su candidatura a última hora bajo la sospecha de soborno. Además, se trata de unas elecciones tremendamente complicadas para una población que no ha visto las urnas en tantos años, en las que no sólo se elige presidente sino que también miembros del parlamento y gobernadores de cada uno de los veintiséis estados y de sus respectivas provincias.

La comunidad internacional ha demostrado un interés considerable en que el proceso electoral se sitúe en el marco de la legalidad. En un momento en el que el acuerdo de paz firmado entre el norte y el sur del país tras 40 años de guerra civil está llegando al punto más importante de su implementación y mientras por primera vez el conflicto de Darfur parece dar señales de voluntad de resolución, estas elecciones suponen un punto de inflexión para el desarrollo de la política sudanesa. Son muchos los países y los organismos internacionales que han realizado recientemente un esfuerzo considerable para garantizar unas elecciones justas. Estas no sólo significarían mucho para el propio pueblo sudanés, discriminado durante décadas por la elite tribal y política del norte, sino también para la comunidad internacional que consideraría rentables en términos diplomáticos todos los recursos invertidos en la nación más grande del continente africano. Si el balance es positivo, se podrá garantizar un referéndum de independencia para el sur en condiciones apropiadas, y además, supondrá una forma de girar la cara con la conciencia algo más tranquila a la polémica pero justa orden de arresto contra Al Bashir emitida por la Corte Penal Internacional el pasado mes de marzo de 2009.



Por desgracia, el escenario actual está lejos de ser el esperado. Los millones de euros puestos sobre la mesa, corren el riesgo cada vez más elevado de verse malgastados en propósitos distintos al esperado. Pese a que la victoria del actual presidente estaba bastante clara, e incluso a pesar de las circunstancias recibía la bendición de todos aquellos implicados en estas elecciones, existe una gran diferencia si esta victoria se lleva a cabo sin fraude y de forma justa, o bien tiene lugar de forma ilícita, lo cual supondría la financiación indirecta de la elección y legitimación de un presidente que esta buscado por la justicia internacional.

Son varias las anécdotas para contar en unas elecciones en un país regido bajo la ley sharia, en las que mujeres y hombres esperan a depositar su voto en colas separadas, y curiosamente el presidente ha asistido a votar al colegio católico St. Paul School. Por un lado, en el norte de Darfur, de donde supuestamente provienen las milicias progubernamentales janjaweeds, se ha multiplicado por cuatro la población nómada con el fin de incrementar de forma fraudulenta el número de votos favorables al NCP, el actual partido de gobierno. Por otro lado, en localidades del sur de Darfur, donde reside una mayoría de la población de las tribus a las que pertenecen los grupos rebeldes, se ha reducido el número de habitantes que debían figurar en las listas incluso después de varias denuncias de un previo censo inadecuado e injusto. Además, en regiones en las que existe una gran cantidad de analfabetos, los símbolos con los que estas personas debían reconocer a uno de los principales partidos de la oposición, han sido cambiados, y en lugar de un camión, el partido en cuestión aparecía simbolizado mediante una campana.

¿Con que cara va a contar la comunidad internacional que han financiado a un criminal para que gane las elecciones de su país mediante un descarado abuso de poder? Por desgracia no será ni la primera ni la última vez en que este ente intangible llamado comunidad internacional, declara al público con poca vergüenza, que todo ha salido de la forma más justa y libre posible.

A pesar de todo, quiero creer que existe una importante parte positiva en esta historia. Por primera vez en mucho tiempo se escuchan voces críticas al gobierno sudanés sin repercusiones desmesuradas, los partidos políticos se han visto obligados a reestructurarse de nuevo y los ciudadanos, pese a la falta de entusiasmo, se han sentido con el derecho de pronunciarse con respecto al futuro de su país. Esperemos esto no sea sino el comienzo del camino a la democracia y hacia un futuro verdadero estado de derecho.

viernes, 5 de marzo de 2010

Paz y Milongas

El día 23 de Febrero, el ejército rebelde Justice and Equality Movement (JEM) de Darfur, y el Gobierno de Sudán del Norte, firmaron un cese al fuego dentro del marco de un muy próximo acuerdo de paz en las duraderas y ya algo cansinas, negociaciones de Doha, ante la mirada de testigos importantes entre los cuales destacan el Presidente de Chad, Idriss Deby, enviados especiales de EEUU, Scott Gration, China, Reino Unido, NNUU y otros.

Los medios pro-gubernamentales y la comunidad política internacional se llenan de júbilo por la firma de este cese al fuego. Engañaos.


Omar Al Bashir, Presidente de Sudán y hasta hace poco Jefe de las fuerzas armadas


Darfur es un conflicto en el que muere gente desde el 2002. Ha tenido sus momentos de clamor y sus momentos de incógnito, pero quien haya seguido un poco la prensa internacional sabrá que nunca ha desaparecido por completo de ella. Las cifras varían entre 300.000 muertos y 2 millones de desplazados. La pregunta, ¿qué pasa que no acaba? ¿cuál es el problema? ¿acabará?

En otra ocasión, me entretendré a explicar algo más a cerca de las causas y las consecuencias de este conflicto. Por el momento, me limito a analizar desde el punto de visto de un ciudadano del mundo geográficamente situado en el epicentro del asunto, que clase de pachanga es esta.


Khalil Ibrahim, Líder del grupo rebelde JEM


Hace a penas un mes se intercambiaban disparos, caían bombas y moría gente en el noroeste de Darfur, región llamada Dar Zaghawa (la casa de los Zaghawa). Es interesante saber que este es el bastión geográfico del JEM. Las esperanzas de una paz duradera seguían siendo pocas y la lucha entre el JEM, facción rebelde más potente desde el comienzo del conflicto, y las fuerzas armadas del Gobierno apoyados todavía por los famosos y temidos Janjaweed, nunca ha cesado.

Por otro lado, Chad, país vecino acusado de apoyar al JEM y con unas elecciones planeadas para el próximo año, decide firmar por enésima vez un acuerdo de cese de de las “proxy war” (grupos rebeldes apoyados por países vecinos) con Sudán. Este último se enfrenta a las primeras elecciones democráticas en muchos años y a un referéndum de independencia del sur del país en 2011. Parece que esta vez la gente tiene fe en que el acuerdo entre Chad y Sudán durara algo más dado que ambas partes se encuentran sumergidos en una agitada agenda política. De ahí que los analistas digan que JEM haya dado su brazo a torcer dado que el apoyo de Chad se venía abajo tras el acuerdo firmado con Sudán. Parece que JEM no tenía otra sino querían morir masacrados por el ejército de Sudán.

Sin embargo, tras toda esta serie de especulaciones, suposiciones y evidencias, cabe añadir, y a los hechos me remito, que los ataques a JEM en Dar Zagawa, y por consecuente con civiles residentes en la zona, no cesan. Al mismo tiempo, una lucha abierta y feroz esta teniendo lugar en el oeste de la región, en las montañas de Jebel Marra, contra el otro potente grupo rebelde el Sudan Liberation Army de Abdel Wahid Nur (SLA/AW).

¿Qué clase de burla es pues este tipo de firmas, falsas esperanzas y mediatizados apretones de mano? Es evidente que nadie se para a pensar en la cara de tonto que se le deben poner a los familiares de todos los muertos causados por los enfrentamientos entre JEM y el ejército sudanés, desde Jartum a Um Baru, cuando sus líderes aparecen fotografiados abrazándose y estrechándose las manos.

Civiles muertos, familias desplazadas, hambre, malnutrición, enfermedades. Y, ¿qué necesidad? ¿A qué mala sombra? El pescado está ya mas que repartido, Darfur ya no vende. ¿O sí?

Es cierto. Lo mismo de siempre. Cansa, aburre, es repetitivo, triste y poco esperanzador. Además, ¿a quien le importa?

Siendo testigo de todo este teatro desde hace algún tiempo, lo menos que puedo hacer es informar de la desfachatez y la tristeza de la política internacional en muchas ocasiones.

jueves, 25 de febrero de 2010

Shanguil Tobaya

Para aquéllos que se pregunten que hacen algunos por estas tierras.

http://www.larazon.es/noticia/4899-carta-del-cooperante-da-la-vuelta-al-ladrillo-y-encontraras-oro-en-sudan

Y no os perdais las fotos que siempren gustan tanto;

http://www.larazon.es/albums/asi-es-la-vida-en-una-aldea-de-sudan

Me parece un artículo ameno y explicativo que permite compartir las sensaciones que uno vive cuando viaja y trabaja en un campo de desplazados.

Gracias Asia!

miércoles, 24 de febrero de 2010

El Show Humanitario

Dadas las restricciones de seguridad, en toda la región de Darfur, los desplazamientos a los distintos proyectos en el terreno han de hacerse en helicóptero. Ha sido un año de muchos robos de vehículos pertenecientes a las distintas organizaciones internacionales. Los viajes por tierra, son riesgo de emboscada, secuestro o accidente, por lo que altamente no recomendados, pese a que uno siempre le atraiga la idea de ser el protagonista de una de estas situaciones, claro está, siempre y cuando se salga ileso de ellas.
Por el momento hay que conformarse con escuchar las batallitas de los sudaneses que trabajan conmigo, que han vivido de estas muchas, o bien de los extranjeros más veteranos que han vivido épocas de mayor tensión en las que las manos no daban para contar compañeras violadas, coches robados o proyectos asaltados.

Los viajes no duran mucho más de media hora, pero es tiempo suficiente para comprender la debacle que ha causado el conflicto de Darfur en la población local. Pueblos quemados, vacíos e inhabitados, enormes campos de desplazados; son el paisaje que se divisa desde la ventanilla del helicóptero. Se vuela a una altura lo suficientemente cercana al suelo como para reconocer tales detalles. Al margen de la tristeza que supuestamente inspira este lugar, hay que admitir que el paisaje tiene su encanto, y que su gente contribuye a éste tan pronto como uno pone pies en tierra.



Los pilotos, rusos todos ellos, son unos personajes que se dedican a quedarse ciegos bebiendo el alcohol local de la zona (basado en hechos reales), o a jugar con el helicóptero dando vueltas a los poblados antes de aterrizar. Cierto es que uno disfruta con su espíritu de niño inconsciente aventurero, pero más de una pobre mujer se ha pegado el leñazo tras haberse asustado su burro con el ruido de las hélices.En cuanto a los orígenes de los responsables de tales artimañas, me remito al documental “La pesadilla de Darwin” de Hubert Sauper, para que se hagan ustedes una idea de que pasta están hechos. Sabrán en seguida a lo que me refiero. Aún así, son majetes los rusos, todo sea dicho.



Pero el espectáculo continúa y llega a su punto álgido en el momento del aterrizaje. Tras un par de vueltas de reconocimiento, necesarias o no, para asegurarse que no hay burros ni niños merodeando cerca de la pista de aterrizaje, de lo que se encargan los cascos azules ruandeses, el helicóptero toma tierra. En ese momento, en cuestión de dos minutos, uno obtendría un buen reportaje fotográfico que daría para una entretenida exposición. Dos tanques y dos todo terreno de Naciones Unidas, repletos de cascos azules ruandeses armados hasta las cejas, salen al pretendido campo de batalla, a despejar la pista de aterrizaje de jóvenes intrusas que cargan agua en burro o portan las ventas del mercado en la cabeza. En la parte superior del carro de combate, se encuentra el que debe ser el guerrero más audaz, listo para apretar el gatillo si es necesario y virando la mirilla de este a oeste continuamente para no dejar ni un solo milímetro del radio de peligro descuidado.

Mientras tanto, cinco individuos saltan del helicóptero, sonrientes y pisando la alfombra roja, siempre por la parte diagonal-delantera del mismo, para que el zumbao del ruso no les haga pedacitos con las hélices curvadas hacia abajo. Con las camisetas blancas y el logo rojo, muy a lo dream team, caminan a paso rápido al encuentro del roñoso todo terreno que les protegerá de la enorme cantidad de arena que levanta al despegar el ruso, y que les dirigirá a la clínica en la que se atienden desde niños malnutridos y mujeres embarazadas, a soldados heridos recién llegados del campo de batalla.



Las vistas no son de envidiar. Cientos de familias recién llegadas recientemente de los distintos lugares en donde los hombres parecen no manejar el don de la palabra, se agrupan en el áspero territorio a la sombra de los cuatro arbustos que hay en la zona. Establecer su nuevo hogar en frente de un grupo de militares cuyos cascos azules representan la salvación, parece una buena idea, pese a que quien sabe cuantos de ellos se liaron a machetazos en su país de origen a mediados de los noventa.



Pero esta idea se ve reforzada con la existencia a menos de un kilómetro de una clínica de neo-misioneros-aventureros, y con el hecho de que el programa de alimentos mundial reparte a domicilio con mayor facilidad a aquellos que se encuentran cerquita de las instalaciones de la UNAMID, misión de NNUU en Darfur.
Aunque cuando uno escucha que hace unas semanas se cargaron a un par de cascos azules en pleno reparto de comida, la lógica no parece tan clara.



En cualquier caso, tranquilícense, ya que los humanitarios o neo-misioneros-aventureros, no son objetivo, o al menos de muerte, de los malos de la película.

Darfur es la misión humanitaria más cara de la historia. A las pruebas hay que remitirse para dar fe de tal dato. Me imagino que a vosotros también os parece demasiada parafernalia la asistencia sanitaria básica a las poblaciones vulnerables en zonas de conflicto. Pero el caso es que tal y como se han puesto las cosas por aquí, parece ser que no queda otra si se quiere tratar la malnutrición, las infecciones, o demás enfermedades que fácilmente puedan sufrir la gente del lugar.

lunes, 8 de febrero de 2010

19h: Toque de queda

Esta es la estricta e intensa realidad que he vivido durante los casi dos primeros meses que llevo en El Fasher, capital del estado de Darfur del Norte y ciudad en la que trabajaré por un total de 6 meses. Debido al estricto régimen de seguridad, bajo el cual viven la mayoría de las organizaciones internacionales presentes en zonas de conflicto como esta, se aplica un toque de queda que básicamente reduce el día a día a cruzar la calle, para ir de casa a la oficina y volver. Mi paisaje no ha ido más allá de un par de calles, unos cuantos vecinos, gallinas, cabras y un par de burros. Me sigo sorprendiendo de la capacidad de adaptación de las personas.



Darfur sigue siendo un conflicto activo. Los indicadores por medio de los cuales se mide la intensidad o gravedad de un conflicto, reflejan menos barbarie de la que hubo años atrás, pero después de 7 años, siguen habiendo enfrentamientos entre rebeldes y el ejército, que provocan heridos, muertos y nuevos desplazados. La situación de seguridad no es ni muchísimo menos óptima. En zonas rurales los robos, violaciones y escaramuzas tribales están a la orden del día. Pero se vive, la gente vive, y trabaja, y yo entre ellos. Basta con tomar ciertas medidas de precaución en función de la zona en la que uno se encuentre, e imagino que Darfur es un parque infantil al lado de las favelas de Rio de Janeiro.

Cuando uno vive bajo tales restricciones, el trabajo acaba absorbiendo injustamente la gran mayoría de tu tiempo. No es fácil encontrar alternativas que ocupen horas de ocio, pero se consigue, y pienso dejar constancia de ello en las líneas que vaya escribiendo durante mi estancia en este paraíso humanitario. Hay tiempo suficiente. Y, más vale tarde que nunca, dicen.