domingo, 31 de octubre de 2010

Ajedrez humanitario

El reciente secuestro de siete empleados de la compañía francesa Areva en el norte de Níger, explica la percepción actual de una evidente amenaza de Al Qaeda a la estabilidad socio-política en toda la amplia zona del Magreb-Sahel. Esta amenaza supone un hecho que no es del agrado de ciertos gobiernos; la invencible guerra contra el terror ampliada a una nueva región con características geográficas y sociales ideales para el cultivo de terroristas.

Ante tal amenaza, el gremio filantrópico ve limitada su intervención dado que la seguridad de sus trabajadores pasa por obedecer recomendaciones políticas que, al margen de su pertinencia, limitan la acción humanitaria y arriesgan la independencia de la que ésta presume. Así pues, nada garantiza que tales recomendaciones, marcadas por las agendas de los gobiernos con mayor poder político y económico, vayan en la buena dirección. Por un lado puede que legitimen de forma errónea y precipitada la capacidad de grupos con potencial terrorista. Por otro, existe la opción de convertir a los actores humanitarios en brazos políticos de una agenda de la que ni forman ni deberían formar parte.

La cuestión es delimitar ¿hasta que punto estamos dispuestos a arriesgar la seguridad de nuestros trabajadores?, ¿o a arriesgar la independencia de nuestras operaciones al acatar recomendaciones políticas?, ¿podemos - o queremos - fiarnos de éstas últimas?

Respuestas las hay de varios gustos y colores.
Unos opinan que la solución pasa por limitar las nacionalidades de los humanitarios que intervienen en regiones con riesgo elevado. Por ejemplo, se habla en Níger de la africanización de los actores humanitarios en el terreno. Pero, ¿no perdemos así nuestra neutralidad e independencia al limitar nuestras operaciones limitando el acceso de nuestros recursos humanos?, ¿o únicamente nos convertimos en buenos jugadores de ajedrez, moviendo el caballo y no la torre ante una evidente muerte de esta última?
Otros, simplemente consideran que no hay nada que discutir al respecto y que las indicaciones de los gobiernos van a misa. Quizás estos hayan perdido algo de perspectiva ante el verdadero mandato de la ayuda humanitaria: asistir a poblaciones vulnerables que sufran, al margen de toda implicación política. O quizás la segunda parte de tal mandato deba ser modificada.
Los más sibaritas, abogan por el business as usual y la continuación de nuestras operaciones sin que el contexto político influya en el trabajo. Evidentemente de estos se piensa que están para irse de vacaciones. Pero, ¿de verás no están en lo cierto, o son los más coherentes con los principios humanitarios?

Es evidente que el envío de militares o la evacuación de civiles en el caso de Niger, provocan y legitiman un movimiento terrorista quizás sobrestimado. Pero la pregunta es, ¿garantiza esto la seguridad de los trabajadores humanitarios? Y aunque así fuera, ¿de que sirve la seguridad de un bombero que no puede asistir al incendio?
Parece claro que existe la necesidad de fortalecer la identificación del movimiento humanitario con un todo, de ideas e intervenciones claras, a fin de ser reconocido como un ente independiente de toda agenda política y poder continuar su trabajo al margen de las amenazas de seguridad. Desgraciadamente, los medios de comunicación no ayudan mucho, como hemos visto en el capítulo de la caravana solidaria en la que se definía como humanitarios a una panda de ricachones inconscientes con complejo de papa Noel, o como vemos a menudo en artículos que confunden desarrollo con ayuda humanitaria, como el que confunde peras con manzanas. En cualquier caso, no sería mala idea fortalecer las estrategias de comunicación humanitaria que determinen y aclaren a todos los públicos - políticos, civiles, terroristas, militares - que somos independientes de cualquier tipo de gobierno soberano y no representamos ninguna raza, cultura, religión o nación.

2 comentarios:

  1. Felicidades por sacar el debate. Cuando se le pregunta a alguien del sector al respecto la respuesta suele quedar en una mirada perdida y un "hay que reinventar la cooperación". Respuesta que te dan también los que no trabajan en cooperación por otra parte.
    Básicamente no hay ideas, ni análisis decente. ¿Cuantas organizaciones pueden funcionar sin AECID y demás? Alguna, y aun así no esta exenta de todo tipo de presiones.
    Me queda la duda de si lo que hacemos es una idea valida, o no nos damos cuenta de que paseamos un proyecto hace mucho tiempo fracasado.
    Felicidades tron ;-). Nos veremos por esos mundos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias compa. Es cierto que la reinvención es sana, pero también lo es que hay que implementarla y no sólo nombrarla. Quiero creer que en esas estamos, así que, HOPE!
    En cualquier caso, no es tarea fácil teniendo en cuenta que los cooperantes cada vez son/somos más exigentes y más miedosos..
    Un abrazo tronco! hasta pronto.

    ResponderEliminar